domingo, 3 de julio de 2011

Érase una vez…

Hanna, de Joe Wright, con Saoirse Ronan, Eric Bana, Cate Blanchett, 111 min, 2011.
Hanna (Saoirse Ronan) es una joven de dieciséis años criada en el bosque y que debe emprender un viaje en el que se enfrentará a una malvada mujer y a sus temibles secuaces. A partir de esta premisa se debe saber que Hanna es más que un thriller de acción. Hanna es un cuento fantástico. Esos que nuestros padres nos leían de pequeños antes de ir a dormir y que los hermanos Grimm (a los que el film no niega su importancia e influencia y en más de una ocasión son mencionados) narraban aplicando siempre una pequeña dosis de crueldad. Uno de los casos más conocidos es el de Caperucita roja. Basta con tan solo recordar la original prisión en la que se hallaba la pobre abuela y su rescate, el cual consistía en abrir el estómago del feroz y hambriento lobo. Si pasamos por alto el hecho de que una señora mayor sobreviva en las entrañas de un animal, el suceso sangriento de abrir al lobo en dos podría pertenecer tranquilamente a una escena de cualquiera de las entregas de Saw o película gore de los últimos tiempos. Lo que encontramos entonces al ver el nuevo film de Joe Wright (Pride & Prejudice, Atonement, The Soloist) es un poco de crudeza Grimmeana que es utilizada para disfrazarlo, al igual que lo hacía el lobo en Caperucita, de una película de acción. O al menos así nos la disfrazan los medios de información y sinopsis leídas cuando en realidad se trata de un cuento que, con gran virtuosismo de la puesta en escena (para más información véase el plano secuencia que transcurre en una estación de autobuses), relata la salida de una niña al mundo. Un mundo plagado de peligros, los mismos que dan lugar a las secuencias de acción, pero también plagado de magia visual, onírica, con la que el director se divierte, disfruta filmando y con la cual logra dar prioridad al tratamiento de la imagen y escapa de los lugares comunes del género. Así es como crea una cadena de placer cinematográfico que desemboca en nosotros, los espectadores, y que disfrutamos adentrándonos en ella como cuando éramos niños y esos relatos de fantasía nos envolvían en un mundo casi tan disfrutable como el del cine.
En una escena del film, Eric Bana, quien interpreta al padre de la protagonista, lee en una enciclopedia la descripción del término música: -La combinación de sonidos que forma una idea de belleza y expresa emociones. Luego de pasar por una de las experiencias cinematográficas más agradables en lo que va del año (127 Hours de Danny Boyle fue otra de ellas) cabe destacar que en su totalidad, Hanna se eleva más allá de la música, y también de los cuentos de hadas, convirtiéndose en una combinación de sonidos (e imágenes) que forma una idea de belleza y expresa emociones como solo el mundo cinematográfico lo puede hacer.

Nicolás Ponisio

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