martes, 5 de octubre de 2010

Look Closer

(Blow -Up, de Michelangelo Antonioni, con Vanessa Redgrave, David Hemmings, 111 min, 1966.)

“La fotografía resulta menos atractiva cuando de ella se quiere hacer un arte. Largas poses, rigidez de los rostros ante el objetivo, es la vida petrificada, ya no es vida” - Louis Delluc (Fotogenia).

El cine siempre ha sido conocido, y muchas veces atacado, por ser el arte del engaño, el creador en masa de grandes mentiras. Méliès seguramente haya sido el primero en saber explotar de manera eficiente el recurso de la mentira a través de la ilusión creada por el montaje. Y a pesar de definirse al cine como el primer medio en lograr captar de forma directa la realidad, pronto cayó en el uso de la narrativa y ya la realidad no era tal. La atención, el atractivo principal del cine dejaron de ser las imágenes en movimiento y la importancia recayó en contar una historia y en la interacción entre personajes. Ya no se observaban las imágenes en sí, la belleza captada naturalmente sino todo lo contrario. El artificio había encontrado su lugar en la pantalla. Ahora éramos espectadores de las imágenes en función de la historia y eso hace que muchas veces no se filme algo que es bello sino que se filme algo para hacerlo bello.
Es en este punto donde nos encontramos con Thomas (David Hemmings), protagonista de Blow Up. Este personaje se encuentra viviendo en un mundo del engaño desde el primer momento en el que lo conocemos. Luciendo harapos, con una apariencia desalineada y sucia para inmiscuirse entre los trabajadores de una fábrica y captar con el lente de su cámara la vida laboral de estos hombres.
Por otro lado tenemos su estudio de fotografía. El sancta sanctorum del artificio. Por él desfilan cantidad de mujeres estrafalarias, excéntricas y sobre todo… autómatas. Un grupo de ladys robots que acotan todas las órdenes del fotógrafo y que, aún cuando no están trabajando, se encuentran siempre en poses. Unas mujeres que no escuchan ni hablan y que solo logran moverse con poca gracia y sostener un rostro inexpresivo frente a la cámara. Todo en servicio a Thomas y a su búsqueda de un arte con el cual pueda perseguir un ideal de belleza y que sólo consigue resaltar la fealdad y artificialidad de esas, literalmente, “estatuas vivientes” dignas de estar en alguna revista del estilo Vogue.
De entre todos los variopintos personajes que se dan lugar en el film sólo uno es el que logra que nuestro protagonista pueda abrirse camino y escapar de ese mundo. Ese personaje es la cámara, su herramienta de trabajo. Deja de lado las fotografías embellecidas para capturar y revelar lo que el ojo a simple vista no ve. El asesinato de la historia y que solo es percibido al ampliar la imagen tomada podría tomarse como lo que Delluc denomina fotogenia. Lo verdadero captado en su totalidad. De la búsqueda de crear arte (en ese momento Thomas realiza fotografías en un parque para un libro) se termina encontrando algo más, lo no visto. Antonioni parece acercarse a la idea de Delluc haciendo radicar en ese descubrimiento por casualidad la verdadera belleza y no aquella que solo consta en un par de piernas femeninas rodeadas por un colorido decorado. Extrae un aspecto interior de la imagen tomada y lo exterioriza, por medio de la ampliación, haciendo recaer en él la importancia del relato. Pero un relato que no se da a partir de la actuación de los intérpretes o de los diversos elementos que conforman la puesta en escena. Sino por uno que es concebido por una secuencia de imágenes que explican el crimen cometido en el parque. En dicho momento las palabras, el uso de la banda sonora o el uso de intértitulos no son necesarios. Todo es explicado por medio de imágenes en movimiento (primeros planos de las fotografías que adquieren sentido y sentido de movilidad gracias al montaje). En pocas palabras: el cine llevado a sus inicios.

Por Nicolás Ponisio

1 comentario:

  1. Mi dios! Amo esta película. Hasta tiene a los Yardbirds tocando en vivo.

    La segunda de las imágenes que pusiste es genial.


    Que bueno haber encontrado este lugar. Me lo procuró LA RABIA en nuestros perfiles. Adió che

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