Machete, de Robert Rodriguez, con Danny Trejo, Michelle Rodriguez, 100’ min, 2010.
Una decapitación, tetas, sangre, música de porno berreta, más sangre, un auto estrellándose contra una casa y la aparición de Steven Seagal sin producir en mí el deseo de sacar la película. Todo lo mencionado raja con violencia la pantalla y conforman los cinco minutos iniciales de Machete. El nuevo escupitajo que Rodriguez le lanza a Hollywood y el cual demuestra que con un puñado de dólares (con permiso del Sr. Leone), algunos amigos del ambiente cinematográfico, y otros no tanto, y un par de familiares que andaban de paso se puede lograr una superproducción en cuanto a calidad y no a estilo.
Machete es todo un viaje al cine de superacción de los 70 que realiza su recorrido entre el soft porno, la comedia y cantidad de tiros, líos y cosha golda. Todo de la mano de esa figura demoledora que es Danny “soy más groso que Stallone y todos los expendables juntos” Trejo y que es acompañado de un elenco tan bizarro como el film en sí y que no tiene desperdicio alguno. ¿Se necesita un asesino a sueldo? Llamá al amigo Tom Savini. ¿Se necesita una drogona en decadencia? Traela a Lindsay Lohan. Y la lista sigue con algunos nombres como: Don Johnson, Michelle Rodriguez (gracias por existir), Jeff Fahey y Robert De Niro. 34 añós después de Taxi Driver, el actor pasa de querer atentar contra un político a ser él el gobernante atacado y hasta se da el lujo de autoparodiarse al emprender una huída con un taxi.
Ya desde el vamos con ese comienzo a lo “tranqui, 120” Robert Rodriguez nos plantea no tomarnos nada en serio y que volemos en esa explosión triple Z que es Machete y que se inicia encendiendo la mecha de lo absurdo. Mecha que estalla en un cine grasa (en el buen sentido de la palabra) que no disfrutaba con tanto placer desde las películas de De Palma, destacando su filmografía correspondiente al período 70/80. Una grasa bizarrísima (cabe destacar la escena en que Machete se mete a una pileta con dos mujeres desnudas al son de una cumbiancha mexicana) que busca la carcajada y a la vez busca el choque con ese público que no entiende el verdadero difrute del film. Ese tipo de grasa que se pega a uno y que ante el ojo de muchos resulta desagradable, insulsa, de muy mal gusto. Algo así como lo que siente Hollywood respecto al gran escupitajo del sello Rodriguez. Yo… más que agradecido. Largate otro pollo, Robert !
por François Dillinger